CAUSAS DE REGRESIÓN
Actualmente, gran parte de las
poblaciones de megafauna marina se encuentran en regresión debido a
diversos procesos como la pérdida y destrucción de su hábitat, la
contaminación marina, el incremento de tráfico marítimo, la presión
pesquera (directa y accidental), etc.
Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, a escala mundial el 21% de las especies de elasmobranquios que se han estudiado se consideran amenazados, y más a escala europea, dónde el porcentaje supera el 30%. En el Mediterráneo, uno de los mares más peligrosos para los tiburones, el 42% de las especies de tiburones y rayas se encuentran catalogadas como amenazadas, en peligro o en peligro crítico de extinción. De hecho, varios estudios demuestran que las poblaciones de grandes tiburones han sufrido una dramática disminución en el Mediterráneo.
La principal amenaza para los
tiburones es la explotación pesquera. Los elasmobranquios son
capturados por las flotas industriales en alta mar y por los pescadores
artesanales, tanto como captura objetivo como de forma accidental. Sin
embargo, a pesar de saber que se capturan grandes cantidades de
tiburones y rayas, no se conoce con exactitud la magnitud de estas
capturas ya que los datos no son fiables y las especies suelen
agruparse bajo etiquetas como ‘tiburones’, ‘rayas’, ‘elasmobranquios’ o
incluso ‘otros’.
En los últimos años, el consumo y
comercio de carne de tiburón ha aumentado debido al desarrollo de
nuevas pesquerías y al agotamiento de las especies que en el pasado
eran objetivo. Sin embargo, el principal motivo de captura de
los tiburones es el comercio de sus aletas que tienen un elevado valor
económico en el mercado asiático. Las aletas se utilizan para
la elaboración de ‘sopa de aleta de tiburón’, esta receta se considera
una exquisitez y se sirve en banquetes de boda y otros eventos
destacados para exhibir riqueza y prestigio según las antiguas
tradiciones chinas. Antiguamente, la elaboración de esta sopa era una
rareza y sólo la clase alta podía permitírselo. En la actualidad, con la
tecnología pesquera moderna y la creciente clase media de China, la
demanda de aletas se ha disparado. Esta elevada demanda y el alto
precio de las aletas están impulsando una de las prácticas pesqueras
más crueles y derrochadoras: el finning o aleteo (cercenamiento de aletas y descarte del cuerpo al mar).
Además de la presión pesquera, la
destrucción y degradación del hábitat afecta a los tiburones que
habitan en aguas costeras, en alta mar o en el lecho marino de manera
directa o indirecta mediante procesos de contaminación, el desarrollo
del litoral y cambios en las características del océano como el cambio
climático. No sólo se vierten al mar de manera continua residuos
químicos (urbanos e industriales) que pueden contener metales pesados,
sino que también aumenta la frecuencia de catástrofes como las mareas
negras (hidrocarburos) debido al creciente tráfico marítimo.
La contaminación marina amenaza
especialmente la salud de los tiburones ya que, debido a su posición de
grandes depredadores en la pirámide trófica, son muy susceptibles a la
bioacumulación. Las concentraciones de tóxicos van aumentando en los
animales a medida que suben peldaños en la cadena trófica, por este
motivo, están considerados entre los animales más contaminados del
planeta.
Entre otras amenazas importantes para
la supervivencia de los elasmobranquios en el océano cabe nombrar la
pesca deportiva, la utilización de sistemas de protección de playas
(redes o anzuelos con cebo) y el vertido de basura al mar, que incluye
la acumulación de artes de pesca como redes fantasma que durante muchos
años siguen a la deriva causando a su paso la muerte de numerosos
animales marinos.
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